27 ago 2012

"Crónica de una hipoglucemia anunciada"



Cuatro de la mañana suena el despertador e instintivamente mi mano se estira para apagarlo. En un estado de seminconsciencia comienzo a rezar mi mantra de supervivencia: “Mónica levántate tienes que hacer ejercicio, cada día estas más cerca de lograr tu meta… La constancia es tu mayor fortaleza, Dios mio ayúdame, Dios mio acompáñame una vez más, dame la fuerza para vencer la mi conformidad, mi flojera, para poner a un lado los pretextos, pero sobre todo para vencer el orgullo herido de tanto haber fallado”…
Un sueño profundo e inconsciente me deja inerte, el tiempo no pasa, no hay ruido ni movimiento alrededor de mí… Repentinamente salto en la cama y de reojo miro el reloj: cinco y veinticinco de la mañana… Me digo a mi misma que todavía puedo levantarme y hacer una hora de ejercicio…
Y así se me derrumban los parpados, se me desploman los sentidos y me quedo inmóvil cayendo en espiral entre imágenes estridentes y situaciones salidas de una pintura surrealista o de una película experimental donde me veo a mi misma como si fuera otra persona siempre huyendo o escondiéndome, sintiéndome en otro tiempo, en otro espacio en otro contexto…
En esa inconciencia justo antes de sentirme como perecer, o bien sufrir de algo a lo que le temo pero ignoro que es, una luz tenue pero absorbente me envuelve como dentro de un huracán y escucho voces desde el fondo de ultratumba en mil distintos lenguajes; que me enganchan y me hacen dirigir mi atención hasta donde finalmente percibo palabras entendibles que me demandan reaccionar, que me dan confianza y seguridad, voces que me afirman todo esta bien, que toda va a salir bien, por un momento considero que es Dios quien me atiende y me siento ligera, consciente así como percibo mi cuerpo bañado en sudor y acalorado…
Inmediatamente mi esposo me llama por enésima vez preguntándome: ¿te sientes bien?, vamos levántate, tienes que checarte… Materialmente me arrastra de la cama y me ayuda a usar mi glucómetro… En esos cinco segundos de espera volteo a ver el reloj y para mi sorpresa son las siete y quince de la mañana…
¡42! Tambaleando pero con ayuda me llevan hacia la cocina para comer algo, todo a mi alrededor es difuso, confuso, cada sonido es estridente, pienso y vuelvo a pensar en la lista de actividades de mi día, el menú para la cena, el capitulo de mi telenovela favorita que vi la noche anterior; y de repente me siento parte de esa historia creyendo que los personajes tanto como las situaciones suscitadas son reales…
Me siento confundida, asustada, angustiada; ajena a todo lo que me rodea, mi sentido del espacio y tiempo están transquiversados ya no se si mi pareja, mi hijo, mi mascota, o mi residencia son reales por que fantasmas del pasado me tocan viejas heridas del corazón recreando el vacío y la desolación ya superados.
Un frio arrasador me cobija sin importar que es pleno verano, poco a poco mi ritmo cardiaco se calma y esa angustia, ese sentido de ausencia se disipa, dejándome alerta, consciente, despierta pero mas que nada sorprendida de la capacidad de mi organismo para sobrevivir y reponerse de semejante situación; me resulta extraordinario como mi consciencia se sobrepone mandándome señales desde divinas hasta emocionales para hacerme reaccionar…
Tener una hipoglucemia tan severa no es un asunto poético o alucinante es un asunto delicado donde esta en juego la vida misma, como aspirante literario me resulta enriquecedor ofrecer una narrativa de mi experiencia aunque es casi imposible describir con nitidez esos momentos alucinantes donde coexisto en una realidad de tercera dimensión llenos de color e iconos, llenos de un espíritu de lucha y supervivencia; mas sin embargo como una persona común y corriente viviendo con un padecimiento como la diabetes, me veo obligada a revisar cada paso del día anterior para “enmarcar” mi error sabido de antemano e intentar no volver a repetirlo. En este sentido uno es tan susceptible a cualquier cosa que es imposible olvidarse de esta dulce vida.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario