29 ago 2012

Una mirada al cielo


¡Había olvidado lo hermosas que son las nubes!

A lo largo del camino con la imaginación de una niña pequeña deleite a mi corazón decifrando mil y un formas, figuras; mágicas criaturas y seres animados en las nubes que curiosamente me observaban mi paso de vuelta a casa. Algunas en lo alto muy distantes, otras casi posibles de tocar como para arrancarles un pedazo y devorarlo como algodón de azúcar.
Perderme en el cielo por unas horas observando nubes me regreso veinticinco años o más, dandome de vuelta el privilegio de disfrutar, de admirar, de dejar volar mi imaginación y de soñar despierta; llenandome de una energía positiva y buen animo.
Nubes, nubes, nubes... Esas cosas blancas en los cielos que para los niños son seres mágicos,  para los adultos generalmente nada, y para los soñadores o poetas presagios como bien lo dice el dicho: "nubes en el cielo, señal de aguacero"... Como parte del ciclo del agua, las nubes son una cosa ordinaria, la condensación se da a un ritmo constante pero dicho estado gaseoso ciertamente se enriquece en forma por el viento que se nutre de la imaginación y la curiosidad de algunos quienes buscamos belleza, expresión y contexto en la cotidianidad. El cielo pude parecer alentador en un amanecer despejado con el sol naciente sin nubes alrededor, o bien romántico al atardecer cuando las nubes enmarcan el sol  cubriéndose de destellos rojizos o dorados;  pero también se torna amenazador cuando las nubes se instalan todo el día y llueve constantemente o cuando súbitamente todo se  torna gris y las nubes se descargan como si fueran "plañideras" en funeral.
¿Por qué nos habrán enseñado que Dios y los ángeles viven en el cielo?
Si el reino de los cielos tiene como sus campos Elíseos a las nubes, Dios debe deleitarse segundo a segundo en estos días de verano que el viento y las nubes crean paraísos visuales.
¡Ahh! pero en esos días donde estas obras de arte colgadas del cielo se ponen densas, obscuras y violentas ciertamente Tláloc descarga su furia hacia los chaneques que han roto los cantaros con agua que se guardan en el cielo y furibundo avienta rayos y truenos para ponerlos santa paz.
¿Será que Tláloc y los chaneques trabajan para el Dios universal y se ponen de acuerdo para meternos unos buenos sustos para hacer que todo el mundo dirija sus plegarias a Dios?
¿Será que los dioses del Olympo también viven ahí en el cielo y confabulan con el mismo Dios universal para poner a la humanidad a rogar y a pedir por su bien cada vez que un huracán, una tormenta, o un tornado amenaza con caer?...

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